El panorama económico en Norteamérica ha entrado en una fase crítica desde el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos en enero de 2025. El mandatario, conocido por su agenda económica nacionalista, ha reactivado políticas arancelarias agresivas que amenazan con fracturar las cadenas de suministro trilaterales construidas durante más de tres décadas. En este contexto, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se encuentra bajo una presión sin precedentes.
México, como eje estratégico de la producción industrial regional y socio comercial de ambos países, enfrenta un reto decisivo: preservar los beneficios del acuerdo comercial y, al mismo tiempo, replantear su papel en la región como motor de integración económica.
Un entorno de incertidumbre: las nuevas medidas arancelarias
En febrero de 2025, el gobierno estadounidense impuso aranceles del 25% a una amplia gama de importaciones procedentes de México y Canadá. Aunque algunos sectores energéticos canadienses quedaron exentos —con un arancel reducido del 10%—, las medidas han golpeado con fuerza sectores neurálgicos para la economía mexicana como el automotriz, el agroalimentario y el metalúrgico.
A estas acciones se suma la imposición de un arancel del 20.91% sobre los tomates mexicanos, efectiva a partir de julio de 2025, tras la anulación de un acuerdo previo que suspendía medidas antidumping. Esta decisión representa un golpe importante para los productores agrícolas, particularmente en estados del norte de México, y pone en evidencia el enfoque unilateral que ha adoptado la administración Trump.
Además, se han reinstalado los aranceles al acero y aluminio mexicanos (25%), que ya habían sido una fuente de fricción durante la renegociación del NAFTA en 2018 y 2019.
Impacto económico: empleo, inversión y PIB
Las consecuencias de estas políticas se han dejado sentir de inmediato. Analistas del Banco de México y del Fondo Monetario Internacional estiman que las medidas arancelarias podrían generar una contracción de hasta 1.3% en el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano en 2025. Esto se debe al encarecimiento de las exportaciones mexicanas y al posible cierre o reducción de operaciones en plantas automotrices y fábricas proveedoras.
Más de un millón de empleos estarían en riesgo, principalmente en estados con alta vocación exportadora como Guanajuato, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua y Baja California. La incertidumbre también ha afectado el flujo de inversión extranjera directa, ralentizando nuevos proyectos industriales o logísticos, especialmente en el norte del país.
Por su parte, el consumidor estadounidense también se verá afectado. Los precios de productos agrícolas, manufacturas ligeras y automóviles podrían incrementarse de forma considerable, generando inflación en algunos segmentos del mercado y afectando a las cadenas de retail y distribución.
El T-MEC a prueba: ¿un acuerdo en crisis?
La imposición de medidas arancelarias unilaterales representa una violación a los principios básicos del T-MEC, que busca precisamente eliminar barreras comerciales y garantizar un marco de certidumbre para las inversiones y el comercio entre los tres países.
La cláusula de revisión del T-MEC prevista para 2026 cobra especial relevancia. Las acciones actuales podrían erosionar la confianza entre las partes, dificultando la renovación del tratado y generando un clima de confrontación más que de cooperación.
México ha denunciado formalmente ante los mecanismos de solución de controversias del T-MEC las medidas arancelarias y ha iniciado una serie de consultas con Canadá para presentar una posición común. El país también ha advertido que, si persiste la política agresiva por parte de Estados Unidos, responderá con medidas espejo, particularmente en sectores sensibles para el mercado estadounidense como los granos, productos agroindustriales y combustibles procesados.
Estrategias para fortalecer la integración regional
Frente a este escenario, México debe adoptar una política de fortalecimiento interno y de construcción regional que contemple las siguientes estrategias:
1. Profundizar la integración logística y productiva
La ampliación de la red ferroviaria nacional y su conexión con puertos estratégicos y nodos logísticos regionales es clave. Proyectos como el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec no solo deben consolidarse como alternativa al Canal de Panamá, sino integrarse plenamente a la red de comercio norteamericana. Esto fortalecerá las cadenas de suministro y dará mayor autonomía logística al bloque.
2. Impulsar el contenido regional
Una respuesta inteligente al proteccionismo es reforzar la fabricación con insumos regionales. Esto requiere incentivar el contenido regional en sectores clave como el automotriz, electrónico y farmacéutico. México debe generar estímulos fiscales y regulatorios para atraer proveedores regionales que sustituyan insumos asiáticos o europeos.
3. Fomentar la diplomacia económica trilateral
Es fundamental establecer canales de diálogo permanente con Estados Unidos y Canadá para preservar la vigencia del T-MEC. México debe liderar iniciativas conjuntas para la resolución de controversias, buscar flexibilidades temporales y replantear aspectos del tratado que permitan su continuidad.
4. Diversificar mercados y alianzas
Sin abandonar la región, México debe intensificar sus vínculos con América Latina, Europa y Asia. Fortalecer el comercio con el Mercosur, la Alianza del Pacífico, la Unión Europea y países del Sudeste Asiático permitirá disminuir la dependencia del mercado estadounidense.
5. Reforzar el Estado de Derecho y la certidumbre jurídica
La confianza para la inversión depende de un entorno estable. Es necesario evitar señales que erosionen la autonomía institucional, la certidumbre regulatoria y la transparencia. Las reformas internas deben alinearse con las obligaciones internacionales, particularmente en sectores estratégicos como energía, justicia y derechos laborales.
Perspectiva geopolítica: México como puente estratégico
En el contexto global actual, donde la competencia entre bloques económicos se intensifica, México puede consolidar su papel como un puente estratégico entre Norteamérica y América Latina. Esto implica asumir una posición activa en la defensa del multilateralismo comercial, la sostenibilidad y la integración energética.
Asimismo, el país puede liderar esfuerzos regionales para modernizar los esquemas de cooperación económica latinoamericana, crear corredores comerciales y logísticos compartidos, y fomentar una agenda común de innovación y transición energética.
Conclusión
El proteccionismo estadounidense representa una amenaza real para la estabilidad del comercio regional y para los logros alcanzados en materia de integración económica en Norteamérica. No obstante, esta coyuntura también representa una oportunidad histórica para México.
Mediante estrategias enfocadas en la resiliencia productiva, la inversión en infraestructura logística, la diversificación de mercados y la defensa activa del T-MEC, México puede no solo resistir los embates del nacionalismo económico, sino proyectarse como un líder regional con visión global.
El futuro de Norteamérica como bloque económico competitivo dependerá, en gran medida, de la capacidad de sus miembros para priorizar la cooperación por encima de la confrontación. México tiene el potencial, la ubicación y los recursos para liderar esta transición con visión estratégica y pragmatismo económico.
* Artículo en ESPAÑOL de la Colaboración realizada para MEXICO BUSINESS NEWS, puedes consultar el articulo en su publicación original en ingles Strategies to Strengthen North American Economic Integration